Sprinters, de Lola Larra: la novela y la investigación
Barra del diseño sin contenido - Titular Splinters Novela Cuaderno de Colonia

LA COLONIA DESPUES DE

“Schäfer desapareció de aquí en 1996. Y la comunidad no sabía qué hacer.

Nos sentíamos inseguros. Faltaba un líder. El grupo de ancianos se hizo cargo en ese periodo intermedio, ellos tomaron el mando en las reuniones. Pero empezaron las divisiones internas porque faltaba una cabeza. No era como antes, cuando una persona decidía todo. Llegar a un consenso entre todos era difícil. Los primeros cuatro o cinco años fueron de incertidumbre y aún había muchos seguidores espirituales de Schäfer.

Desde el año 2000, los más jóvenes dijimos que teníamos que tomar las riendas. Sobre todo los chilenos, los que nacimos aquí. Víctor Briones Hernán Escobar y yo.

Ahora todo ha cambiado. Las parejas pueden casarse. Y vamos a construir un complejo de casas, una para cada familia”.

Dennys Ricardo Alvear, colono

“Estamos organizados en tres empresas. Y cada colono es socio. Yo soy uno de los gerentes. Desde hace un par de años los colonos ya reciben su paga. Al principio fue un pago simbólico, de 15 mil pesos, (25 euros), para que se fueran acostumbrando a manejar dinero. Porque nunca habían tenido dinero en sus manos, qué iban a hacer con él… no sabían”.

Hernán Escobar, colono

“En total, ahora son poco más de doscientas personas. Ciento sesenta y ocho permanecen en Villa Baviera, y unas cuarenta están en el Casino de Bulnes. En ellos todavía existe una gran confusión. El grado de convicciones religiosas y el rol que juegan éstas en sus actitudes, es muy difícil de entender. Están en este momento en una situación muy difícil. Ellos repudian a Schäfer, pero no todos. Y tampoco repudian a sus cómplices. La comunidad se siente muy solidaria con los jerarcas todavía, y eso no deja de sorprenderme. Siguen visitando a Hopp en la cárcel y aparentemente tiene bastante influencia aún. Los jerarcas son delincuentes que todavía no asumen que lo son. Se sienten por encima del bien y del mal. Incluso las personas que fueron víctimas viven en una confusión moral. Y ahora hay una fragmentación de la religión, hay varios grupos: evangélicos, católicos…

Esto fue una experiencia que duró más de 40 años, así que hay una gran masa de ancianos, unos ochenta, que siguen siendo dependientes de que el mecanismo de la Colonia funcione, de que sus empresas sigan funcionando. Pero como desapareció el liderazgo, las personas que los han reemplazado no tienen la experiencia ni las competencias para hacerlo.

La cosa que más me preocupa es que, como no se reprodujeron, no hay población por debajo de los veinte años. Qué mayor abuso que impedir a una comunidad que se reproduzca: obligar a abortar a las mujeres, obligar a los jóvenes a casarse con mujeres viejas.

Tienen un psiquiatra que los atiende, patrocinado por al Embajada alemana. No cabe duda de que hay personas que tienen secuelas muy graves. Las dosis de tratamiento eran aberrantes. Se trataba de controlarlos y destruir la personalidad en grado extremo. Uno sabe de casos de comportamiento muy anormales. Están pagando las consecuencias de los tratamientos.

Legalmente tienen varias instituciones, la llamada Sociedad de Acción Comunitaria, y luego tienen tres empresas de las que todos son socios. Y esas empresas son a su vez propietarias de las empresas productivas. Tiene un comité de viviendas, con el objeto de construirse viviendas familiares en vez de los barracones en los que viven ahora. Pro los gerentes de esas empresas no son líderes de la comunidad.

En general yo diría que es difícil tener una comunicación profunda y sincera con ellos. Es una comunidad bien enferma”.

Herman Schwember, delegado del Ministerio del Interior para los asuntos de la Colonia.

“Me gustaría saber por qué tienen miedo de que yo llegue a ser un segundo Paul Schäfer. A través de mi prédica llevé la dignidad y los derechos humanos de vuelta a la colonia. Ellos no necesitan un segundo dictador de ninguna iglesia. Son los miembros del grupo quienes deben decidir por sí mismos después de que se consume su libertad y no la embajada alemana ni ninguna otra autoridad. La libertad verdadera debe ser precisamente eso: libertad verdadera. Yo sólo enseño la palabra de Dios, tal como hicieron los apóstoles de nuestro Señor al comienzo”

Ewald Frank, miembro de la secta Movimiento de la Lluvia Tardía. En los últimos años visitó seis veces Colonia Dignidad y bautizó a un centenar de colonos. En octubre de 2005, el gobierno de Chile le impidió la entrada al país. Varios jerarcas fugados de la Colonia ahora son miembros de la secta de Frank en Krefeld, Alemania.