“Yo estaba presente cuando Paul Schäfer lanzó la idea de la creación del Internado Intensivo. Él les dijo a la gente de los pueblos que quería ayudar creando un colegio donde los niños del pueblo fueran a estudiar y que de allí saldrían poco menos que profesionales. Pero los alemanes no querían que esos niños volvieran a sus casas. Decían que se podía perder lo que se había enseñado y que iban a llegar con ideas nuevas de afuera. Los niños no podían salir. Uno podía verlos, pero allá en la Colonia. Se llamaba “intensivo” porque el tiempo se iba a aprovechar en un 200%. A toda costa él quería tener un grupo de niños que fueran como él, como los líderes. Siempre se habló de hombres. A pesar de que participaban mujeres, siempre se habló de niños varones”.
Néstor Raúl Candia, agricultor
“En mi familia ocurrieron cosas muy lamentables. Mi hermana Erica tenía 22 años y estaba embarazada y falleció al dar a luz; murió por negligencia médica en el hospital de San Carlos, porque tuvo una hemorragia y nadie la atendió. Después de eso no queríamos saber nada de hospitales públicos. Entonces supimos del Hospital de Colonia Dignidad y nos fuimos acercando más y más a la Colonia. Yo era chico, tenía unos ocho años. Mi mamá, con el tiempo, salió elegida presidenta del Comité de Amigos de la Colonia. Un día, en una reunión con los alemanes, dijeron que iban a hacer un ensayo para ver cómo se llevaba la juventud chilena con la juventud alemana. Era el año 87 más o menos. Tenían que ir 3 jóvenes chilenos y 3 niñas. Primero las niñas y luego nosotros el siguiente fin de semana. De mi comité salieron elegidos dos niños más y yo.
Ahí fue la primera vez que entré a la Colonia. Empecé a relacionarme con los jóvenes alemanes; al principio nos costaba mucho comunicarnos, ellos hablaban un español muy malo, como de Tarzán, pero de cabro chico tampoco necesitas hablar mucho, lo más básico nomás. Me gustó mucho ese ambiente casi de scout, con mucho deporte, mucha música, sin fumar, sano, precioso. Yo siempre he sido muy deportista, y me gustó llegar allí a competir, que me encantaba. Para mí era una oportunidad, que en el campo hay muy pocas, muy limitadas.
Después de eso pasaron más o menos cuatro años. Y luego, recién en el 91, se estableció la JVP, Juventud Vigilia Permanente, un nombre que le dio Schäfer. Se probó que la cosa funcionaba. Y uno se daba cuenta de que los alemanes se habían preparado para eso, porque si antes sólo cinco o seis hablaban español, ahora todos hablaban español. Se habían preparado para crear unos lazos con la juventud chilena”.
Salo Luna, miembro de la JVP
“Es necesario dejar testimonio de que las actividades con la Juventud, niños y niñas de la población rural y urbana, se iniciaron en el año 1991, después del Decreto Supremo que canceló la personería jurídica de la Corporación Dignidad y puso en peligro la atención en el hospital. En conjunto con los pacientes adultos acudieron también sus hijos a la Vigilia que se había instalado ante la entrada de Villa Baviera. De esta suerte se brindó a los menores reunirse con los jóvenes de Villa Baviera en los días de fin de semana, para atenderlos en forma adecuada y especial.
En un comienzo era un grupo más o menos pequeño que se acostumbró a ir los viernes por la tarde, después de terminada la escuela, regresando a casa el domingo en la tarde. Con el aumento de su número, se los iba a buscar primero en vehículos de la Villa y después en buses. De esta manera se desarrolló una labor social la cual fue apoyada, de una u otra manera, por todas las familias de Villa Baviera. Los niños que en su mayoría provenían de hogares humildes y pobres, y a menudo sufrían hambre en su casa, recibían en la Villa una alimentación completa que les posibilitaba quedarse satisfechos. Además podían entregar su ropa para que se les lavara y planchara y, en caso necesario, también reparara. Durante los dos días en la Villa, los niños disfrutaban de una gran variedad de juegos, de excursiones y paseos, de competencias deportivas e iban a bañarse en el río. Se realizaron algunos viajes como la visita al Santuario de Prat, al mar, al Huáscar en Talcahuano, y las excursiones a la nieve cerca de las termas de Chillán y en la cordillera de la comuna de Parral. Además se les enseñaba a realizar trabajos manuales, elaborando faroles, bordados, juguetes, hasta fabricar sus propias chalas. También recibían ayuda para sus tareas escolares, muy necesaria a veces, y de eso nació la idea, fomentada por los deseos e intensos pedidos de los padres, de un llamado “Internado Intensivo”. No era un establecimiento o una institución sino más bien un método de enseñanza. Recibiendo niños en la Villa por tiempo completo, se les dio la oportunidad de poder estudiar en forma intensiva y, más importante aún, totalmente personalizada, es decir, que los profesores se dedicaban a las necesidades y facultades individuales de cada niño. De esta forma se obtuvieron, ya en cortos tiempos, claras mejoras de rendimiento.
Una actividad que les gustaba mucho a los menores, era el canto. Lograr que niños que no tenían idea de música, aprendieran a cantar verdaderamente era una tarea constante y, al final, un éxito extraordinario. Muchas canciones juveniles de Alemania fueron traducidas al castellano y formaron un cancionero de la Juventud de unas 50 canciones. Algunos jóvenes incluso aprendieron a tocar instrumentos musicales como violín, flauta dulce o piano. A raíz de la sana alegría y diversión y de lo que los menores contaron a sus familias y a sus compañeros en la escuela, cada semana acudieron más niños y jóvenes a la Villa, hasta que llegaron 300 y más para el fin de semana. En total se calcula que acudieron a la Juventud más de cuatro mil menores de la Séptima y Octava Regiones.
Como es indispensable para poder manejar un grupo tan diverso y grande, tenían que aprender y realizar también la disciplina, buenos modales y un buen aseo personal. De este último cuidado se derivaron docenas de atenciones y operaciones en el hospital de la Villa, especialmente de fimosis y criptorquídea, como consta del documento que se acompaña en un otrosí.
Las reminiscencias de esos años alegres de la Juventud Vigilia Permanente en Villa Baviera todavía quedan vivas en muchas personas que ya son adultos. Hasta hoy se reciben preguntas y deseos de que esos encuentros se reanuden. Especialmente las canciones significan un recuerdo muy apreciado y a veces se cuenta que algunos aún las cantan con mucha nostalgia y para sobreponerse a días tristes. Como las sospechas y recelos respecto a las actividades sociales de Villa Baviera, y en especial a los encuentros juveniles, iban en aumento, se dio término a las reuniones de la juventud a finales del año 1997”.
Argumento de la Defensa de Paul Schäfer
“El Internado no es un edificio donde viven los menores, sino que es un nombre para una relación que empezó entre jóvenes y por tanto no se puede decir que esté dirigido por alguna persona. Los responsables para el bienestar de los niños siempre fueron parejas. Para la formación escolar estaba el Dr. Seewald y los profesores”.
Hans Jurgen Blanck, jerarca de la Colonia, acusado de complicidad
“Los fines de semana pasa un bus de la Colonia con personal alemán, recogiendo niños que lleva a la Colonia los viernes y los trae los domingos de vuelta. Incluso dos mamás me dijeron que los viernes en la tarde no haga clases de recuperación para que puedan llevar a sus hijas a la Colonia”.
Artemio Edmundo Reyes, profesor de Parral
-¿Para qué iban niños chilenos a la Villa?
-En los años pasados iban para estar con nosotros, enseñarles a cantar, a leer y en excursiones y ayudando también en varias cosas que hemos hecho ahí. Yo estaba con los niños que iban para allá. Mi tarea era darle comida, hacerles juego, lavar las ropas de ellos. En los días cuando estaban allá compartíamos todos juntos. De los chilenos recuerdo, por ejemplo, a Eduardo de Parral, a Salo Luna.
-¿Sabe Ud. qué era el Internado y cómo funcionaba?
-Había niños que estaban mas tiempo, durante más tiempo allá. No se si se llamaba internado o no. Yo casi nunca estaba con ellos. Me recuerdo que eran niños muy pobres y estaban para ayudarlos, alimentarlos, darle vestidos nuevos, ayudarlos en sus carreras de alumnos. Vivian en un albergue, pero no tengo idea con quien estaban ni quien mandaba ahí. Eso era en la Villa, cerca de los talleres. No recuerdo los nombres de los niños que estaban ahí”.
Interrogatorio a Georg Schmidtke, colono
“Por ejemplo a nosotros nos querían enseñar a nadar, enseñar kárate, nos vestían de verde, nos llevaban a marchar, así igual como milicos, todos vestidos de verde y con una insignia que decía “Juventud Vigilia Permanente”, con una pañoleta. Nos llevaron a marchar para los cerros y atrás de unos cerros tienen un campo donde hay unas casitas y un patio bien grande y dos baños que están bien alejados de ahí pero siempre están cuidados por los alemanes. Nos llevaron a una charla y nos hicieron jugar y participar en hartas cosas. Después la juventud regresábamos y nos hicieron un juramento, nos hicieron jurar a la bandera de la Vigilia Permanente, de la juventud. Yo me acuerdo como empezaba el juramento: “Yo juro por mi bandera Juventud Vigilia Permanente…”.
Declaraciones del niño C.S.
-¿Por qué se llevan o iban niños chilenos a Villa Baviera?
-Sí, porque les gustaba jugar y cantar y tener comida porque a los niños que llegaron allá a veces no tenían para comer y tampoco ropa entonces ellos llegaron porque allá se les ayuda y por eso están felices.
Esther Dorothea Witthan Kruger, colona, enfermera
“Soy hermana de A. En el año 1994 yo iba a Villa Baviera los fines de semana y estuve yendo más o menos como dos meses. Nos daban desayuno y después nos mandaban a trabajar, recogiendo mosqueta. Hacíamos competencia con los hombres para ver quién juntaba más. Pero todo se hacía por separado. No podía ir al baño con una amiga porque siempre había alguien vigilando. Lo normal era que los hombres estuvieran separados de las mujeres, incluso en el bus, cuando viajábamos, la mitad de adelante era para los hombres y atrás las mujeres, al medio iba un alemán o dos. No me gustó y no quise seguir. Mi otro hermano, R., tampoco siguió asistiendo. Yo conozco a Paul Schäfer y una vez que estaba en el salón yo andaba con el pelo suelto, con chasquilla y me puso un pinche y me dijo que no debía andar así. Cuando andaba con la falda más corta de la rodilla me decían que me pusiera una más larga. Yo no estaba acostumbrada a eso y por eso no fui más. Nunca me quedé a dormir allá. Creo que las mujeres bañan a las mujeres. Algunas niñas contaban que las bañaban y que en los pechos se demoraban más, las acariciaban”.
J.S.M, vendedora
“Que se encuentra acreditado en autos que los menores Ángelo Antonio San Martín Valenzuela, Jaime Andrés Parra Verdugo, Ángel Rodrigo Salvo Fuentes ingresaron al denominado ‘Internado Intensivo’ de Villa Baviera, un sistema en el que sus miembros ocultaron la identidad de quienes lo dirigían, y se le designó un apoderado sólo nominal, porque de hecho se encontraba al cuidado de diversas personas que disponían de ellos. Al ser requerida -por sus padres- la presencia y entrega de los menores, cuando contaban con 16, 10 y 13 años de edad respectivamente, quienes los tenían a su cargo no se allanaron en forma debida y oportuna a tal solicitud, sino al contrario, realizaron maniobras distractivas y dilatorias, sin dar explicaciones satisfactorias, que evitaron dichas entregas. La situación fue revertida sólo con posterioridad, con motivo de la denuncia de autos. Se indica que los hechos antes descritos constituyen la existencia del delito previsto y sancionado en el artículo 355 del Código Penal”.
Argumentos de la Acusación contra Paul Schäfer
“En cuanto al aseo o higiene de los niños, nosotros nos preocupamos de ellos, especialmente en revisarles el pelo. Hay unas peinetas y un líquido para los bichos que a veces tiene. Para eso usamos una espuma y después se les lava el pelo. Eso lo hacemos los que trabajamos con los niños. La especialidad de Paul Schäfer es el canto. Se reciben niños para ayudarlos, para sacarlos de la droga, de la brujería y entonces nos preocupamos de ellos, los ayudamos, los aseamos y en esto hay mucha preocupación. Se les lava la ropa, se les devuelve limpia, se los educa. Yo llego hasta lavarle los pies a los niños y sacarle el barro de las uñas, pero nada más. Don Paul Schäfer no se mete en esto, no sé, yo no puedo decir, pero él se dedica a lo del canto.
Uwe Cöllen Gert, colono
“Si niños campesinos y pobres son llevados a otro ambiente, lo lógico será que sigan practicando lo aprendido en sus casas, mientras los encargados de ese otro lugar no les enseñen nuevas cosas al respecto. Y cuando esto ocurra, a ellos les sorprenderá el uso del jabón, el champú, el cepillo y la pasta dental, la peineta, el agua caliente y el agua fría, como también la obligada exploración de su cuerpo. Muchas de estas prácticas las aprenderán necesariamente inducidos por mayores, que les enseñarán lo que hacer y cómo hacerlo, dirigiéndolos personalmente, sustituyendo a sus padres provisionalmente en el cumplimiento de estas obligaciones. En general, se les enseñará el cuidado de las manos, su lavado con agua y jabón antes de las comidas y después de ellas. El corte y aseo de las uñas tanto de las manos como las de los pies y la limpieza de éstos. Y fundamentalmente, el lavado cuidadoso, después de realizar la evacuación de los excrementos desde el intestino grueso, por el ano, y de la orina, desde la vejiga, por el pene. Este cuidado se hará extensivo al aparato genito-urinario respectivo, que, como se comprenderá, si no es debidamente aseado puede convertirse en un peligroso foco y cultivo de microbios y otros organismos patógenos. Asimismo, deberá la persona mayor que vigila todas estas prácticas, observar cuidadosamente los genitales del menor. También debe explorarse la región anal, dado que la falta de aseo en ella, deriva en lesiones en el esfínter y ataques de organismos parásitos con malas consecuencias”.
Vigésimo argumento de la Defensa de Paul Schäfer
“Al internado intensivo que existe en Villa Baviera ingresan niños de entre 6 y 16 años; los padres pueden verlos cuando los miembros de la Colonia lo autorizan, no cuándo ellos quieran. Las visitas son en presencia de un alemán. Llevan niños los fines de semana para allá y se hace un seguimiento y se eligen niños de buena presencia, con rasgos alemanes, bien parecidos, medios rubios, bonitos. El seguimiento lo hacen las personas encargadas, asesoradas por Paul Schäfer, pues éste es el que hace en definitiva el interrogatorio definitivo; en algunos casos habla con los padres, pero no siempre ha sido así. Los niños generalmente eran bañados por Schäfer, lo que fue reconocido por los miembros de la Colonia en una reunión que hubo, pues había habido polémica sobre esto. Los niños empezaron a reclamar porque Scháfer los bañaba. Los directivos dieron explicaciones de que era por si tenían alguna enfermedad; la acusación que había de la gente era que los niños eran manoseados por Schäfer, generalmente en los genitales”.
Adrián Bravo Garrido, pastor